[ARTÍCULO]
Volver a los Fundamentos de cara al Bicentenario
por Marco Prieto, docente del Departamento de Teología de la PUCP.
La conmemoración del bicentenario debe ser un momento histórico que nos desafíe a reflexionar sobre los orígenes fundacionales de nuestra frágil república. Ello no solo permite recordar a quienes entregaron sus esperanzas y sueños para la construcción de una nación, sino también el legado que debió trascender hasta nuestros días. En ese sentido, sugiero inspirarnos en la real dimensión del proceso independentista a la luz de tres caminos reflexivos; a saber, el descentramiento; la unión en la diferencia; y la opción por el pobre.
En primer lugar, descentrar la independencia, ya no como un hecho acaecido solo en Lima de 1821, nos permite visibilizar las diferentes voces de reivindicación, libertad y justicia. De esta manera, los levantamientos en Tacna en 1811; en Huánuco en 1812; en Salta en 1813; y en Cusco en 1814 nos enseñan que el proceso de liberación del imperio español se gestó con esfuerzos y esperanzas desde diferentes regiones, coordenadas y latitudes.
En segundo lugar, recordar que los levantamientos del proceso independentista se fundamentaron en la unión en la diferencia racial y regional; a su vez significa comprender que la praxis liberadora se produjo en aras del bien común. Por un lado, en los Andes peruanos se aliaron criollos e indios; alcaldes de indios; sectores urbanos e indígenas; por otro, en el norte se articularon las fuerzas nativas con las extranjeras. Asimismo, las experiencias de juras liberadoras tanto del Puerto de Supe en 1819, como en Pisco, Ica, Huamanga, Huancayo, Huaura, Trujillo, entre otros, en 1820, inspiraron la independencia de Lima, un año después.
Finalmente, el proceso de liberación independentista asumió la opción preferencial por los pobres tanto en los liderazgos políticos como en la praxis comunitaria. Recordar las palabras de José de San Martín en Pisco, en setiembre de 1820, nos permite proclamar, junto a él, que la “misión es proteger al inocente oprimido, favorecer al desgraciado, restablecer a los habitantes… (y) sus derechos…”.
En resumidas cuentas, frente al escenario de incertidumbre y polarización en que se encuentra nuestro país, debemos ¡regresar a nuestros fundamentos! de experiencia liberadora independentista. Recuperemos los signos de esperanzas que se encuentran en la necesidad de descentrarnos ante el otro; reconocer el bien común desde la diferencia; y asumir la opción preferencial por los pobres para construir una república donde nos reconozcamos a todas y todos como fines-en-sí-mismos.
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