Hoy, 3 de agosto, en el tercer día de la JMJ se dio el esperado encuentro del Papa Francisco con los jóvenes que han venido de todas partes del mundo. La vibrante reunión tuvo lugar en el parque Eduardo VII. El Santo Padre dio inicio agradeciendo su presencia y lo hermoso que es estar aquí juntos en Lisboa.
Señaló que hay que reconocer una realidad esencial en esta JMJ, «que estos días sean ecos vibrantes de la llamada amorosa de Dios (…) que somos amados tal como somos». Y, además, estamos llamados por nuestro nombre. «Y si Dios te llama por tu nombre significa que para él no eres un número, sino un rostro».
También advirtió de los peligros de las ilusiones de lo virtual y que debemos estar atentos para no dejarnos engañar, «porque muchas realidades que nos atraen y prometen felicidad después se muestran por aquello que son: cosas vanas, superfluas, sucedáneos que nos dejan vacíos por dentro. Jesús no; Él confía en ti, para Él tú importas. Y por eso nosotros, su Iglesia, somos la comunidad de los llamados (…) comunidad de los hermanos y las hermanas de Jesús hijos e hijas del mismo Padre».
Asimismo, hizo una segunda invitación sobre estos días, que las preguntas que tengan los jóvenes en su interior «esas importantes relacionadas con los sueños, los afectos los deseos más grandes la esperanza y el sentido de la vida, no se las guarden (…) háganselas a Jesús… y, cuando abrimos el corazón, cuando rezamos de verdad, se produce en nosotros un vuelco interior».
Luego hizo referencia al Evangelio de Lucas que narra una escena de los discípulos que frente a sus interrogantes son enviados por Jesús a una misión con un solo objetivo: anunciar que Dios está cerca. Dirigiéndose nuevamente a los jóvenes les dijo: «Jesús pone esa misma confianza en ustedes».
Finalmente señaló que, si se objeta por miedos o temores, justamente ahí es donde el señor nos llama, «capacita a los que llama», para ello es importante «estar conectados con el Señor». También imploró la ayuda de nuestra Madre, la Virgen María , quien nos enseña a caminar en la vida y que fuimos llamados porque somos amados.
