[ARTÍCULO]
Lecciones para fortalecer el camino democrático
por Rosa Alayza, profesora de Ciencia Política en la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Me piden sacar lecciones de lo vivido en medio de un proceso de polarización que se prolonga. Si algo queda en claro es que este es un momento para aquilatar la democracia en todos sus aspectos, los logrados y los que hay que mejorar para que sirva al pueblo y a las mayorías ciudadanas.
Una primera lección que salta a la vista es que la democracia no empieza ni termina con las declaraciones de los que dicen defenderla, mientras sus acciones van contra ella. Quiero decir, que el concepto mismo de democracia está basado en que todas las personas cuentan por igual, por eso cada persona es un voto. A la par la democracia ha ido incorporando diferentes dimensiones que tienen que ver con características de las personas y la vida en común como el género, cultura, etc. Esto implica reconocer la diversidad de las personas con las que convivimos, de cerca y de lejos, incluso aunque nunca las hayamos encontrado, a sabiendas de que esas personas con ideas y costumbres propias, tienen el mismo valor que uno. Defender este valor humano intrínseco a la democracia no depende de una postura política, sino de los valores democráticos; así el sentido democrático no está definido por el lugar que ocupamos en el espectro político. Somos testigos de campañas como la llamada “fraude en mesa” que quiere eliminar los votos de muchos peruanos en algunas regiones para ganar la elección. ¿Cómo se puede defender la democracia sin respetar los votos de los demás? ¿Cómo se defiende la democracia sin respetar las instituciones? En resumen, cuentan mucho las acciones para sostener una postura democrática y esta lección representa un criterio que concierne a todos.
La segunda lección se refiere a la defensa de las instituciones, y en este caso me refiero a las electorales, como parte del ejercicio de la democracia. La lección aprendida propone conocer mejor su funcionamiento y dejar ver que sí nos importan. Y que no estamos dispuestos a dejar que las fracturen o deslegitimen. Normalmente no somos muy empáticos con las instituciones, somos más bien distantes o desconfiados. Pero justamente las últimas elecciones con polarización política, nos han mostrado que ellas son vitales para que los resultados electorales prevalezcan y se refleje el sentido de nuestros votos; y esto pesa especialmente para quienes no tienen otros recursos de poder que su voto. Defender las instituciones no implica plantear que no puedan mejorar. Al contrario, al defenderlas aquilatamos el poder de contar con ellas y exigirles más transparencia y defensa del voto de cara a la sociedad.
La tercera lección tiene que ver con la necesidad de aquilatar y canalizar nuestras orientaciones políticas no solo para el tiempo de elecciones. Necesitamos dar a conocer nuestras preocupaciones y opiniones en temas importantes en tiempos no electorales, de tal manera que durante las elecciones esos conglomerados de ciudadanos plurales se animen a actuar y no terminemos atados a la competencia y campañas agresivas de los candidatos ganadores. La polarización política evidencia también la ausencia de contrapesos de opinión de organizaciones ciudadanas activas que recojan diferentes posturas, voces y demandas y presionen a los candidatos a dialogar y hacer propuestas de otro modo. La división en dos grupos ha mostrado que la sociedad se hace ingobernable, que no podemos conversar libremente sin ser etiquetados, que escalan los recursos de fuerza y las campañas mentirosas, haciendo que terminemos presos de ellas y sin un rumbo claro. Perdemos así soga y cabra. Veamos pues como ciudadanos que los problemas de la política nos afectan y conciernen porque afectan nuestras vidas, sentido y posibilidades de construir un futuro democrático donde todos seamos tomados en cuenta.