Papa Francisco: 10 años caminando juntos

Por Juan Miguel Espinoza. Profesor del departamento de teología en la PUCP

El 13 de marzo de 2013, Jorge Mario Bergoglio fue presentado como el nuevo Papa, el primer latinoamericano de la historia, decidiendo llamarse Francisco. Ese nombre expresaba un programa de reforma para la Iglesia, que, por entonces y aún hoy, enfrentaba una crisis de credibilidad y autoridad por los escándalos de poder y los abusos sexuales. Increíblemente, ya se cumplen diez años del pontificado del papa Bergoglio. Entre sus muchos frutos y desafíos, permítaseme celebrar ese aniversario apuntando dos aspectos del aporte teológico-pastoral de este pontificado.

Iglesia sinodal en salida

Francisco está empujando a la Iglesia a una reforma integral que brote del deseo de comunicar la alegría del encuentro personal con Cristo. Justamente, su primer documento magisterial se titula “La alegría del Evangelio”. Allí llama a los bautizados a responder al amor desbordante de Dios a través de una “nueva salida misionera” para llegar a todas las periferias necesitadas de la buena noticia de la salvación. Para ser fiel a su misión, la Iglesia no puede estancarse y dejar las cosas como siempre se han hecho. Debe avanzar en una “conversión pastoral” desde el corazón del Evangelio que transforme costumbres, modos de ser, estructuras eclesiales para que sean “cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación” (EG 27).

Para el Papa, una “Iglesia en salida” es, también, sinodal. Esta palabra alude a que los bautizados para evangelizar auténticamente deben aprender a caminar unidos al resto del pueblo de Dios, escuchándose mutuamente y todos juntos al Espíritu Santo. En esa dinámica de búsqueda y escucha se descubre la voluntad de Dios y se clarifica por dónde ha de orientarse la acción pastoral. Según Francisco, la Iglesia entiende mejor su identidad mediante la sinodalidad, ya que el mutuo reconocimiento entre hermanos acrecienta la vocación de la Iglesia como misterio de comunión y la orienta hacia la misión con creatividad y audacia. Para que esta comunión misionera sea plena se requiere la participación de todo el pueblo de Dios, ofreciendo cada uno sus talentos al servicio de la misión. Y Francisco es contundente en señalar que, en el nivel de la participación de todos, aún la Iglesia tiene mucho por crecer.

Cultura del cuidado y el encuentro

La imagen de la Iglesia como “hospital de campaña” es central en la teología de Francisco. Con ella quiere expresar la solidaridad de los discípulos de Cristo con las heridas de la humanidad, prestando especial atención a los descartados por una “economía que mata”. Por ello, el Papa ha tenido gestos de cercanía y palabras proféticas con los migrantes y refugiados, las mujeres, los adultos mayores, los pueblos originarios, minorías religiosas perseguidas, entre otros grupos vulnerados en su dignidad. Y, en su encíclica Laudato Si’, lanzó un llamado urgente a la acción frente a la crisis socio-ecológica mundial, recordando que el cuidado de la casa común es central en la espiritualidad cristiana y de todas las religiones.

Frente al avance del desarraigo social, la intolerancia a lo diferente y la política de la confrontación, el Papa habla en su encíclica Fratelli Tutti de la cultura del encuentro y de la fraternidad sin fronteras. No debemos olvidar que somos hermanos y hermanas y tenemos responsabilidades unos con los otros. Y, más aún, nos pide estar abiertos al diálogo y aprender de la perspectiva del que no piensa o vive como yo. Ese mensaje interpela a toda la humanidad -no solo a la Iglesia- a ser artesanos de fraternidad.

Compartir Artículo

Share on facebook
Compartir en Facebook
Share on twitter
Compartir en Twitter
Share on linkedin
Compartir en Linkdin
Share on whatsapp
Compartir en WhatsApp