TEMA DEL MES
Por: Gustavo Gutiérrez
La celebración del centenario de la PUCP, además de ser un punto de llegada ha sido, también un punto de partida, siguiendo la pauta del Papa Francisco. El cardenal Versaldi planteaba ya, en setiembre pasado, a la asamblea universitaria, una urgente propuesta:
“Queremos que esta comunidad académica sea la primera en la búsqueda, la investigación y la promoción de la verdad en el mundo de hoy. Queremos que se convierta en una universidad ‘en salida’, como nos insiste el Papa Francisco, que sepa, ‘adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos’ (E.G.)”.
En efecto, la tarea de la universidad no se limita, a la formación de buenos profesionales, por importante que eso sea; va más allá, forja personas responsables que apuntan a una convivencia social basada en la justicia y la fraternidad, sobre todo en estos tiempos en que nos encontramos abrumados por una corrupción que, además de sus consecuencias económicas y políticas, repercute sobre valores éticos, y crea un clima de desesperanza y cinismo. Una universidad en salida es la que va hacia el otro, y en primer lugar a los excluidos como dice Francisco, se trata de los invisibles que se hacen visibles de cuando en cuando, por ejemplo en las catástrofes naturales, en las que son siempre las primeras y más numerosas víctimas, para luego regresar a su anonimato.
Una universidad católica no puede desinteresarse de la situación de pobreza que el Papa ve como una cuestión ubicada en el corazón mismo del mensaje cristiano. Dentro de su propia tarea académica, sin salir de ella, la universidad puede y debe ir al encuentro de la pobreza que es la peor y más terca epidemia que sufre el pueblo peruano.