El mes pasado recordamos al Dios que se revela en la vida, en la historia concreta de hombres y mujeres que han luchado por hacer de este un mundo mejor desde el espacio en que se encontraban. Otra forma de decir esto es que han luchado por la construcción de una vida más humana. Esta búsqueda por una vida plenamente humana es una aspiración profundamente cristiana que nos recuerda Juan Miguel Espinoza en su comentario sobre la Ascensión del Señor, él nos indica que “el misterio de la resurrección termina de revelarnos la verdadera identidad de Jesús como Dios hecho ser humano para restaurar y potenciar nuestra vocación a ser imagen de lo divino en medio de la creación”.
En esta perspectiva, no podemos hablar de una vida más humana en medio de la vulnerabilidad de los defensores ambientales señalada por Andrea Bernal, de las graves contrarreformas educativas que se vienen impulsando, que agudizarían las desigualdades existentes en el sistema educativo y responderían a intereses particulares, tal como lo menciona Jorge Mori, de la nueva conformación del Tribunal Constitucional elegido por el pleno del Congreso el 10 de mayo en una sesión cuestionada debido a que no se permitió el debate ni la presentación de cuestiones previas. Finalmente, en los últimos días se han difundido unos audios que evidencian la existencia de una estructura de corrupción al interior del gobierno que implicaría directamente al presidente; a esto se suma un audio que revelaría al existencia de propuestas en curso de un proyecto de adelanto de elecciones presidenciales, que sería tratado por la comisión de constitución.
Este es un panorama desolador, sin embargo, estos contextos son los mayores alicientes para inspirar grandes transformaciones. Esto nos recuerda las preguntas que formuló el padre Gustavo Gutiérrez, desde un contexto latinoamericano marcado por muchas precariedades: ¿Cómo hablar de Dios en una realidad marcada por la pobreza y opresión? Ante esta realidad que vivimos, parafraseando esta pregunta, podemos preguntarnos ¿Cómo impulsar la fraternidad, solidaridad y bien común, honestidad en una realidad marcada por el individualismo, egoísmo y la corrupción?
Sin duda, es una gran pregunta cuya respuesta es muy desafiante y compleja y, por tanto, tendrá que estar en permanente construcción. Sin embargo, lo que sí es claro es que a pesar de las limitaciones para responderla hay que empezar a hacerlo y sumar poco a poco voluntades. En concreto, frente a la realidad tan dura que hemos descrito sería muy importante una respuesta muy clara y contundente de la ciudadanía de absoluto rechazo por ser no solo antidemocrática sino fundamentalmente inhumana.
Ya que hemos recordado al padre Gustavo Gutiérrez no queremos dejar de saludarlo por su cumpleaños este 8 de junio, le estamos muy agradecidos por su obra y su vida, que como la teóloga Silvia Cáceres señala, ha suscitado transformaciones personales y sociales que han sido un aporte a la maduración de la fe, ayudando a entender que ésta no puede vivirse de espaldas al mundo y a los problemas que lo aquejan.