por Rocío Valdeavellano, integrante del Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático.
Sabemos que el Perú es un país de alta vulnerabilidad frente al Cambio Climático, que afecta de manera principal a los pobres y –más intensamente– a las mujeres. Tanto en los barrios populares urbanos, como en las áreas rurales andinas o en las comunidades amazónicas, ellas desempeñan el rol central del “cuidado”: de los niños, de los ancianos y de toda la familia. Son quienes se encargan de la alimentación del hogar, el acarreo de agua, la atención a los enfermos, el manejo de residuos. Veamos, sólo a manera de ejemplo, lo referido al problema del agua, cuya mayor gravedad debido al Cambio Climático (y también a un extractivismo irresponsable), es previsible en el futuro:
– En el caso de los asentamientos urbanos precarios, el panorama de escasez de agua significa para las mujeres redoblar su esfuerzo cotidiano de ir a conseguirla, lo que no siempre se logra. Cargar los baldes subiendo y bajando escaleras, encarar el alto costo que para sus economías implica lo que les cobran los proveedores de camiones cisterna e incluso enfrentar el problema de su mala calidad.
– En las áreas rurales andinas, donde la población constata el dramático derretimiento de los glaciares, la reducción de diversas fuentes de aguas (como manantiales y puquiales) y padece las sequías, las mujeres caminan largos trechos en busca del agua para cubrir las necesidades de consumo familiar, para el riego de sus pequeños huertos y para sus animales.
– En la Amazonía, en la que el Cambio Climático afecta el ciclo hidrológico, la alteración de las precipitaciones (cochas y lagos que se secan, sequías prolongadas o por el contrario lluvias torrentosas que dan lugar a inundaciones), obligan a las mujeres a salir en búsqueda de otras fuentes de agua y en otros casos a atender los desastres en su hábitat y entorno.
Son muchos otros los aspectos en los que las mujeres están sufriendo con especial intensidad los efectos del Cambio Climático: en la seguridad alimentaria (pérdida de cultivos y cosechas, pérdida de biodiversidad), desamparo en la prevención y gestión de riesgos, recrudecimiento de determinadas enfermedades, migraciones. Su salud física y mental es asimismo impactada.
Actoras del cambio
En la perspectiva de promover su empoderamiento para generar equidad social y de género así como su mayor capacidad de adaptación/resiliencia frente al Cambio Climático, se ha venido fomentando en algunos lugares, que más allá de asumir su condición de “víctimas”, ellas se afirmen como actoras del cambio: “Somos luchadoras” –expresan– y se atreven a dar pasos para transformar las costumbres patriarcales en sus comunidades proponiendo compartir entre hombres y mujeres, en forma conjunta, las tareas de defensa de su territorio y de acción frente al Cambio Climático. Se vuelven también interlocutoras de sus comunidades frente al Estado.
Nuestro país cuenta con un “Plan de Acción de Género y Cambio Climático” (aprobado el 23 de julio del 2016). Es útil tomarlo en cuenta para exigir su aplicación y su desarrollo por parte de todos los niveles y sectores del Estado. Un punto importante para que este Plan, que incluye un enfoque de interculturalidad, aterrice, es impulsar la revaloración de los conocimientos y sabiduría ancestral de los pueblos andinos y amazónicos y en particular de las mujeres que los conforman, en el manejo de los ecosistemas y de la biodiversidad. Frente a los estragos creados por un modelo depredador de los recursos naturales, esos conocimientos son necesarios y debemos recuperarlos. Sus portadores tienen mucho que enseñarnos para encarar con mayor eficacia los desafíos que nos plantea el Cambio Climático.